Adios Jim, Adios Tennant (Irene)

Nunca le tuve miedo a Snow. Estoy absolutamente conciente de que es un psicópata pero no es una gran mente criminal. Todo su poder se debe a que tiene montones de tropas detrás suyo y, definitivamente, yo no sería uno más de esos. Sin embargo tardé en darme cuenta de mi situación yplaneé gran parte de las estrategias del Capitolio antes de robar un aerodeslizador e ir junto con John al distrito 13. El lugar está destruido desde hace años pero en el momento en que me inicié en el cuerpo de seguridad, pude averiguar que no está tan muerto como creíamos. Sospecho que Irene se encuentra allí y definitivamente voy a ir a buscarla.

Nunca fui un hombre de sentimientos, ni tampoco me intereso nadie mas que mi mismo, pero no puedo dejar a Irene alli sabiendo qeu corre muchísimo peligro. Por suerte John me acompaña en mi locura y no ha dicho ni píoal respecto, de momento se limita a conducir en el aerodeslizador mientras yo guardo mi acostumbrado silencioen la parte trasera del mismo.

No me siento capaz de pronunciar una palabra, solo puedo recordar el momento en que dejé toda una vida atrás. Simplemente me quité los auriculares, me levanté de mi asiento y dejé mi puesto libre en el control, llamé a John y una hora más tarde me encuentro en este monstruo de metal. Ni siquiera pasé a recoger mis cosas al departamento en el Capitolio, solo pude sacar lo que tenía en mi compartimiento en las instalaciones del centro: Mi violín, mi cráneo y algunos libros. Todo eso descansa a mi lado y parece emitir más vida que yo.

En el Captolio siempre fui respetado, mi mente se mantenía entretenida y ahora... Ni siquiera se donde vamos a ir, ni siquiera sé si Irene querrá venir conmigo, despues de todo lo unicoque pasó entre nosotros fue una estrategia de su parte para quitarme información, pero ¡No! debo confiar en mis sentidos, yo mismo vi todas sus reacciones ante mi presencia, definitivamente tiene que sentir algo por mí.

-¡Apúrate John!- grité sin prestar verdadera atención a lo que elhombre me estaba diciendo anteriormente. Creo que lo interrumpi, pero no es algo de vital importancia.

Pienso en un sitio llamado Londres, o mejor dicho, lo que antiguamente fue Londres... Puede llegar a ser un buen destino para reiniciar nuestras vidas, hasta tendremos que cambiar de identidades, aunqeu eso no es lo que meimporta verdaderamente, sino la reacción de la señorita Tennant ante mi cambio de opinión.

Es... raro que tome decisiones erróneas, muy raro... hasta hacía unas semanas, podía contar con una mano todos los errores que había cometido y ninguno me parecía en realidad relevante. ¿Por qué de un tiempo para acá me sentía como si no supiera hacer otra cosa además de arruinar todo lo que tocaba? Oh, sí, porque no era simplemente una sensación, se trataba de la verdad. Y no, tampoco me era confuso el momento en que todos mis fallos habían comenzado, lo sabía con muchísima certeza... todo aquello ocurría desde el preciso momento en que se me ocurrió chocar contra el famosísimo Jim Holmes.

Era absurdo cómo un encuentro tan cliché como aquel había conseguido arruinarme de ésta manera. Lo culpaba, lo culpaba de todas y cada una de las cosas que habían pasado desde el primer instante en que nuestras miradas se cruzaron. ¿Cómo podía arruinar así mi cabeza? ¿Cómo se atrevía a sembrar la semilla de su recuerdo en cada uno de mis pensamientos? ¿Quién le había dado el derecho de adueñarse de mi...? No quería siquiera pensarlo, no podía rendirme ante aquello aunque ya no fuese más que por necedad. En el momento en que aceptara lo que sentía estaría perdida, no puedo perderme en un momento tan crucial como éste.

Oh, sí. Estaba sentada bajo la sombra de un frondoso árbol en el distrito 13, o más bien, sobre el distrito 13. Todos se estaban preparando para la batalla que se aproximaba y yo... bueno, yo estaba aquí, intentando concentrarme en lo que era realmente importante y no en que mi cerebro estaba nadando en cantidades ridículas de dopamina y oxitocina y no-sé-que-más-ina. Aún tenía marcas de las esposas de los ridículos rebeldes en torno a mis muñecas y la morfina de mala calidad que habían usado para sedarme todavía martilleaba mis sienes sin piedad, pero nada de eso suponía ningún desafío realmente complicado para mi aguante físico. Era el emocional el que me tenía en la superficie... con las piernas abrazadas como una estúpida colegiala que espera a que terminen de caer los pétalos de su margarita para ir a hacer la tarea.

Un feroz y repentino viento me hizo despertar de mis absurdos pensamientos. Me cubrí con el abrigo que llevaba -sí, uno que era demasiado grande para mis pequeños brazos y que había hurtado la última vez que estuve en el Capitolio... un error más que añadir a la lista- para regresar a la base, cuando caí en cuenta de que era ilógico que hubiese tanto ajetreo en un instante. Alcé la mirada... y por un momento se me aceleró el corazón al notar que se trataba de un aerodeslizador. Maldición, ¿se iba a hacer el ataque antes de lo planeado?

Las cosas son demasiado confusas, nunca tuve temor sobre lo que pudiera llegar a pasar ya que todo el tiempo pude confiar en mis acciones, en mis conocimientos, pero ahora hasta dudo de aquello. La estúpida explosión cambió todo mi mundo, introduciendo seres nuevos y los misterios ya no pueden revelarse siguiendo la línea de mi lógica. Para colmo, aparece una mujer que revuelve aún más todas estas confusiones y me llevan a hacer toda clase de cosas estúpidas, como apartarme del Capitolio cuando éste está por tomar el poder de todo el mundo, revelarme poniéndome en peligro y privándome de todos mis privilegios.

Por suerte tengo a John, que no me cuestiona en mis decisiones, me sigue a donde vaya y siempre le estaré agradecido por ello. Estamos aterrizando y siento ganas de acercarme a él y dedicarle un simple "Gracias". Pero la gran compuerta comenzó a abrirse y me acerqué al borde tomándome de una de los soportes.

Inmediatamente el viento impactó contra mi rostro haciendo que mi abrigo y mi cabello volaran en todas direcciones. A lo lejos pude identificar una figura, en extremo conocida, con la que había vivido aventuras maravillosas que espero continuar luego de ésto.

El aerodeslizador aterrizó finalmente y pude notar inmediatamente de qué dirección provenían las ligeras huellas que había dejado la señorita Tennant a lo lejos antes de tomar su posición... ¿Acaso estaba esperándome? Imposible ya que mi decisión había sido por completo espontánea e impredecible.

Dí algunos pasos sobre la hierba con las manos ne los bolsillos sin apartar la vista de la mujer. Escuché el sonido de los motores del aeroeslizador a mi espalda pero no les dí importancia. Me sentí incapaz de dar un paso más o de retroceder, simplemente esperaría por la reacción que tanto espero.

¿Es lo correcto? Definitivamente no, pero es lo único que deseo hacer en este instante. Proseguir con mi vida de antes sería un engaño a mí mismo, creo que Londres será el mejor lugar para aprender lo necesario para poder continuar con mi empleo y allí encontraré casos suficientemente normales para mantenerme entretenido. Supongo que no importa que las brujas y vampiros nos hayan invadido, siempre habrá criminales humanos cometiendo los errores de siempre